El suelo y el agua enla Agricultura Regenerativa

Imagen: Finca de la derecha: Mundos Nuevos (Badajoz)
Suelo y agua: dos caras de una misma moneda, tan íntimamente vinculados que no es posible entender el uno sin la otra. No sólo porque un suelo sano y vital es capaz de retener el agua cuando llueve, también porque la vida y la vegetación que sostiene a su vez contribuye a mantener y alimentar el ciclo del agua. Es una relación simbiótica constante, en un circulo virtuoso sin fín cuando no lo interrumpimos.
Finca en transición a manejo regenerativo del agricultor valenciano Nacho Senchermeso.
En octubre de 2024, el mundo asistió impotente a una verdadera catástrofe un episodio de gota fría arrasaba grandes extensiones de la zona del Levante español, arrasando vidas, viviendas, campos y negocios. De todos los factores que confluyeron queremos aportar luz sobre uno: el estado del suelo.
El vídeo de la izquierda está tomado un día después de las lluvias torrenciales, en dos parcelas contiguas de viñedo, uno gestionado regenerativamente y otro siguiendo el modelo convencional, con suelos «limpios». Como muestra el agricultor, el suelo cubierto absorbió el agua, mientras que en las parcelas labradas con suelo desnudo el agua arrastró grandes cantidades de tierra suelta ladera abajo.
El suelo desnudo: de la erosión a la desertificación
Se estima que cada año se pierden 24.000 toneladas de suelo fértil (1) debido a la erosión. Trasladado a hectáreas, son unos 100 millones de hectáreas de suelo fértil cada año (2)
Esta pérdida de suelo no es algo accidental. Por el contrario, la industrialización de la agricultura y la gestión del suelo juegan un papel fundamental. La ruptura de la tradicional simbiosis entre agricultura y ganadería, la sustitución de procesos biológicos naturales por la aplicación de productos químicos y la simplificación de los ecosistemas, eliminando toda vegetación no directamente productiva, son algunos factores que debilitan los procesos autorregenerativos. Los suelos «limpios» quedan a la intemperie, sin estructura radicular que los sostenga y a merced de los elementos, literalmente.
La agroganadería regenerativa, por el contrario, estudia e imita los patrones de la naturaleza para potenciarlos. Este enfoque busca restablecer las relaciones simbióticas entre los distintos elementos del agroecosistema productivo, con el suelo como base y punto de partida alrededor del cual gira todo. Cuidar el suelo se traduce en mayores beneficios ambientales, mejores rendimientos de producción y menores costes económicos, al reducir y con el tiempo eliminar la necesidad de insumos.

The Dust Bowl. Gran erosión ocasionada por la tormenta de viento en USA en los años 30. Solo el suelo cubierto con hierba se mantuvo.
Las 3M: minerales, materia orgánica y microbiología
Todo proceso vital en la naturaleza se apoya en estos tres elementos fundamentales, y la agricultura regenerativa tiene como eje potenciar el equilibrio y la simbiosis entre ellos.
Minerales

Los minerales son un componente importante de la estructura de las plantas y árboles, e intervienen como catalizadores en el metabolismo de las plantas, la fotosíntesis y en general todas las funciones biológicas.
El aporte de minerales al suelo se produce por la lenta «digestión» de la roca. Es un proceso lento realizado por los hongos de las raíces de árboles y plantas (micorrizas), así como por plantas que se adhieren a la roca, como los musgos, líquenes, etc. Estos minerales son transformados en elementos biodisponibles por los microorganismos del suelo, y llevados a las plantas a través de la savia.
Las hojas de los árboles son muy ricas en minerales, que transfieren desde las profundidades y aportan al suelo junto con su biomasa, cuando se compostan en superficie tras la caída de hoja del otoño. Las plantas de raíces muy profundas tienen un comportamiento similar.
Materia orgánica
La materia orgánica es materia vegetal muerta que es digerida por los microorganismos del suelo y las lombrices hasta convertirse en humus. El humus es la tierra negra, porosa, rica en carbono, nutrientes, minerales y microorganismos que podemos observar en el bosque, en el compost o en los huertos y cultivos cubiertos con acolchado.
Este proceso de descomposición está condicionado por diferentes factores: el estado del suelo, su grado de humedad, la temperatura, el grado de microbiología presente, la presencia de hervíboros o no. Igual que en los seres humanos los antibióticos afectan a la flora intestinal, en la naturaleza los biocidas (pesticidas, herbicidas, etc.) afectan a las plantas, que no tienen el mismo perfil microbiológico que cuando la producción se ha realizado potenciando la microbiología natural. Potenciar los sistemas regenerativos naturales permite prescindir de productos químicos.

Microbiología

Al igual que en los seres humanos la microbiota intestinal cumple una función esencial en la digestión, el sistema inmunitario y en la salud en general, el suelo necesita una gran cantidad y variedad de microorganismos para poder cumplir sus funciones, digerir la materia orgánica y convertirla en un humus rico capaz de nutrir las plantas.
La forma más rápida de aportar microorganismos al suelo es mediante el estiércol animal, algo que sucede de modo espontáneo en los ecosistemas silvestres. De hecho, la forma mas rápida de devolver a la vida un terreno desertificado es introduciendo animales pastoreados siguiendo el modelo de la naturaleza.
En el huerto el estiércol no se adiciona directamente, sino que se añade al compost para equilibrar su composición y activar las reacciones de descomposición del resto de materiales. El estiércol aporta su microbiología al compost y el proceso de compostaje elimina posibles patógenos.
La agricultura industrial y las 3M
Este equilibrio sutil y siempre dinámico entre los tres elementos fundamentales de un ecosistema sano ha sido roto en muchos lugares, afectando a un cuarto: el agua. Ello se debe a un enfoque industrial de la agricultura y la ganadería que no tiene en cuenta cómo funciona la naturaleza. Hay varios factores que se suman y potencian entre sí.
- Grandes monocultivos, con poca o ninguna biodiversidad.
- La fertilización es inorgánica y no orgánica. De los más de cien minerales que existen, los fertilizantes inorgánicos reponen sólo tres: nitrógeno, fósforo y potasio. Esto crea un desequilibrio en el suelo agrícola que afecta a la biología del suelo y la salud de las plantas.


Foto Rory McKeever
- Los suelos desnudos dejan los terrenos vulnerables a la erosión.
- La falta de materia orgánica hace que el suelo se empobrezca paulatinamente de carbono, alterando el ciclo del agua y disminuyendo su capacidad para absorberla cuando llueve.
- El arado y volteo del suelo, el uso intensivo de maquinaria y los productos químicos destruyen la estructura, microorganismos esenciales y otros factores tan vitales para la fertilidad como las lombrices. También contribuyen a compactar el suelo y generar una «suela de labor», prácticamente impermeable al agua más allá de unos pocos centímetros, aumentando el consumo de agua de riego en los cultivos que dependen de ella.
- Las plantas crecidas en estas condiciones son más vulnerables a las plagas, lo que hace que tras los fertilizantes lleguen los pesticidas, que afectan aún más al equilibrio de microorganismos del suelo. El uso intensivo de herbicidas para controlar la vegetación no deseada tiene efectos no sólo sobre ellas, sino todo el ecosistema e incluso sobre la salud
Relación entre suelo, materia orgánica y agua
El estado del suelo determina no sólo su fertilidad, sino su capacidad para absorber agua, directamente relacionada con su contenido en materia orgánica y carbono. La materia vegetal digerida se incorpora al suelo en forma de carbono, quedando disponible como alimento para las plantas. Para que esto suceda, el suelo debe estar cubierto, con cultivos, vegetación espontánea, abono verde, cobertura vegetal, según el caso.
El carbono confiere al suelo una textura porosa que facilita su aireación y aumenta su capacidad para absorber agua, haciendo literalmente de esponja cuando llueve. Esta capacidad para ser un «banco de agua» sostiene la vida vegetal, la fotosíntesis, aporta resiliencia de cara a épocas más secas y contribuye a alimentar el ciclo del agua local y la recarga de aguas subterráneas.
Este vídeo explica de forma visual y demostrativa el efecto en 3 tipos de suelo: suelo descubierto, cubierto con rastrojo y con pasto vivo.l

Un 1% más de MO (materia orgánica) en el suelo mejora extraordinariamente su capacidad para absorber agua de lluvia, llegando a retener unos 190.000 litros más de agua por Hectárea y año. Fuente
Los efectos de mantener buenos niveles de carbono (materia orgánica) en el suelo son diversos:
- Sostiene la vida tanto bajo la superficie como sobre ella.
- Proporciona la materia prima esencial para alimentar la microbiología (bacterias, hongos, microorganismos), que a su vez nutrirán las plantas.
- Asegura una buena esponjosidad del terreno, aumentando su capacidad de almacenar más agua cuando llueve y de mantener la humedad durante más tiempo, sosteniendo la vida vegetal.
- Ayuda a prevenir la escorrentía y la erosión por agua y viento, previniendo la pérdida de suelo y la desertificación.
- Mantiene una temperatura más equilibrada entre el día y la noche, evitando extremos y favoreciendo la vida microbiológica bajo la superficie.
- Tiene un efecto estabilizador sobre el clima, al evitar las islas de calor y contribuir a mantener activo el ciclo del agua local.
- Al favorecer la retención e infiltración, es imprescindible para alimentar las aguas subterráneas y recargar acuiferos.
- Tener los suelos cubiertos, sea con cultivos, pasto y/o distintos tipos de cobertura, según el caso o el momento del año, es una de las estrategias fundamentales en agricultura regenerativa para alimentar el ciclo del agua y multiplicar la fertilidad, la biodiversidad y la salud de todo el agroecosistema.
Cómo el suelo y la vegetación alimentan el ciclo del agua
Un suelo sano y fértil no sólo tiene la capacidad de retener el agua cuando cae, también tiene la capacidad para aportar humedad a la atmósfera, al sostener la vegetación capaz de mantener vivo el ciclo del agua y generar nubes.
Durante la fotosíntesis, por cada molécula de CO2 absorbida y oxígeno liberado se liberan a la atmósfera varios cientos de moléculas de agua, contribuyendo a la humedad ambiental y la formación de nubes. También absorbe energía calorífica, desempeñando un papel importante en la regulación del clima, más allá de la sombra que proveen y la que proveen las nubes.
Este ciclo infinito cumple un papel fundamental en la regulación del clima.

Imagen: Åse Johannessen, Senior Researcher/Advisor. Delta’s, GWP Technical Committee
Parte de la formación de nubes sucede a nivel de los océanos, y un 60% se genera a nivel terrestre. Es la vegetación, y especialmente los árboles, lo que mueve el ciclo del agua a nivel local. Los pequeños ciclos de agua alimentan el ciclo del agua global.
- A mayor cantidad de territorios con suelo desnudo, mayor temperatura del suelo, más islas de calor, mayor disrupción del ciclo del agua, erosión, desidratación del terreno, desertificación y, en el lado opuesto, mayor riesgo de inundaciones cuando llueve, debido a la alteración de los ciclos naturales y a la incapacidad del suelo desestructurado y compacto para absorber el agua cuando.
- Los suelos fértiles, cubiertos y ricos en carbono y microbiología, por el contrario, almacenan agua, nutren la vida y ésta alimenta la vegetación, que a su vez genera humedad y dinamiza el ciclo del agua
La bomba biótica
La vegetación es la bomba que mueve el ciclo del agua a nivel terrestre. Esto sucede por medio de varios mecanismos.
- La evapotranspiración de las plantas, especialmente árboles, que produce un doble efecto refrescante: por la sombra que provee y por el vapor de agua que genera cuando se convierte en nubes.
- La emisión de sustancias biológicas / aerosoles que se comportan como núcleos de condensación de nubes y/o de transformación de éstas en lluvia: esporas de hongos, musgos y líquenes, polen, etc. contribuyen de un modo u otro a generar nubes y precipitar la lluvia.
- Bacterias presentes en las hojas de los árboles –pseudomonas syringae- que contribuyen a aglutinar el agua en gotas y precipitar la lluvia.
El papel de las aguas subterráneas en la generación de lluvia

Imagen: The climate water project
Por último, no debemos olvidar un factor que aunque invisible a los ojos cumple un papel fundamental en la regulación del ciclo del agua y del clima: las aguas subterráneas.
Cuando el agua subterránea se agota por prácticas inadecuadas, el suelo se deshidrata, las plantas se desecan, son más vulnerables al fuego, el suelo se vuelve más impermeable al agua cuando llueve y el final del proceso es la desertificación.
Como muestra el vídeo más abajo, el tipo de agricultura y ganadería influye en la capacidad del suelo para almacenar agua de lluvia y en último término recargar las aguas subterráneas. A menor capacidad, mayor necesidad de utilizar el agua subterránea para regar, en un circulo vicioso que culmina con la desertificación.
Hay varias formas de agotar los acuíferos, todas relacionadas entre sí:
- Disminución de la cantidad de carbono en el suelo debido a las prácticas agroganaderas, y por tanto de su capacidad para absorber el agua.
- Ruptura del ciclo del agua, debido a los vastos territorios con suelo desnudo o desertificados que han dejado de contribuir a dinamizarlo.
Un suelo mineralizado y compactado con poca capacidad para absorber agua de lluvia necesita mas agua de riego.
Estos datos muestran la necesidad de cambiar el modelo actual de la agricultura industrial por el la agroganadería regenerativa, sustituyendo las grandes explotaciones basadas en monocultivos, con uso intensivo de productos y de maquinaria que destruyen estos elementos sutiles, por agroecosistemas mixtos y biodiversos que sostengan la vida y alimenten el ciclo del agua a nivel local. La buena noticia es que, con un buen diseño y buen manejo, ¡es posible restaurar el ciclo del agua!
La gestión del agua en la agroganadería regenerativa
La agricultura y ganadería regenerativas buscan potenciar los ciclos biológicos naturales. Así la gestión del agua se apoya en varios principios fundamentales:
- Suelos siempre cubiertos. La cobertura con materia orgánica puede ser vegetación viva, tanto productiva como silvestre o abonos verdes, o proceder de restos de cosecha, madera rameal fragmentada, hojarasca o materia orgánica animal, tanto directamente (ganadería regenerativa) como incorporada al compost. Los suelos cubiertos favorecen la acción de las lombrices, que cumplen una función esencial en la formación y la regeneración del suelo.
- Sistemas productivos regenerativos mixtos, combinando distintos cultivos y producciones, con árboles, setos y zonas silvestres como parte del ecosistema para favorecer la biodiversidad, tanto bajo tierra como sobre ella.
- Sistemas de retención hídrica, permiten además de almacenar agua, favorecer una hidratación del suelo más profunda, y la recarga de acuíferos. Estos paisajes incluyen técnicas como el diseño en línea clave, las zanjas de infiltración o las charcas, especialmente interesantes cuando se trata de terrenos con algo de pendiente y sensibles a la erosión.